Comentario: Tapas Barrio de Las Letras. Está en una calle con una fuerte oferta de restauración, con locales tradicionales e históricos y capacidad de ofrecer tragos y bocados atractivos. Pero también es cierto que “toda” esta oferta conocida y reconocida, es cervecera. Y aquí estamos ante una enotaberna moderna y prometedora, no en vano lo demuestran con una bodega de unas 300 etiquetas y 30 por copas. Pequeños productores, vinos diferentes y poco habituales. Mucha atención a los vinos generosos (40) con etiquetas interesantes. Vinos en los que uno de los socios es experto y un año ganador del concurso Copa de Jerez. También champagnes de pequeños productores. Buenos precios en toda la bodega. Por tanto, es muy complementario aterrizar por aquí a tomar un vino tras un par de cañas de inicio, para compartir un vino y algún plato y ración al medio, según día y hora. Está en el local donde estuvo Sinfonía Rossini, un semisótano luminoso en la zona de la barra, con otro comedor en el interior. En lo decorativo hoy todos los locales pertenecen al sector del metal. Todas las mesas son iguales, altas de hierro, con taburetes a su altura. En este caso madera en los tableros jugando a natural y la eco-rusticidad correspondiente. Taberna cómoda, buen ambiente, servicio atento y ganas.

Especialidades: Tapas, raciones y medias para compartir, es el mejor camino. Ensaladilla con ventresca, rica, clásica, buena cremosidad, buena ventresca y complemento de huevas de salmón. Últimamente la hemos comido con anguila ahumada, que es un buen y diferente colofón. Interesante equilibrio de las sardinas a su punto de sal, sobre pan de cristal, guacamole y tomate. Estupendas croquetas muy cremosas y finas. Tartar de atún sobre lima y mayonesa de chipotle. Originalidad, acierto de aderezo que no tapa el producto y frescura del bocado. Chipirón sobre risotto murciano. Buen punto de ambos elementos. Crujiente de oreja con espuma de bravas. Canutillos crujientes rellenos de trocitos de oreja y salsa más bien mansa. No le pasaría nada si tuviese un poco más de chispa y lo convirtieran en “canalla”. Ahora que está de moda decir que todo es canalla… pero se encanalla y se embravece poco. Carpaccio de manitas de cerdo, salsa de callos, patatas chips y gamba roja. Todo unido, en su lugar y conjuntado en este más que resultón mar y montaña. Tortilla de chipirones, vestida de sorprendente negro, cremosa por su chafada patata y los chipis. También tortilla de patata con hongos y trufa; o  de callos. De postre, Jardín prohibido. Una atractiva puesta en plato (en pecera): tierra de chocolate, mousse de dulce de leche, frutos secos, helado de yogur, frutas y flores. Muy rico para chocogolosos. Torrija con helado de canela. En fin, gente con ganas, “que se lo ha currado a lo largo de la vida” y sabe lo que quiere. Tapas Barrio de Las Letras.