Comentario: Restaurantes clásicos contemporáneos Madrid. Es el primer proyecto personal y en solitario del cocinero Muñoz-Calero, profesional con larga trayectoria. Estudió en la Cesar Ritz de Suiza y Le Cordon Bleu de París. Experiencias en Londres y Tailandia; Zuberoa, La Broche y Sant Pau. Comenzó en Tartan y siguió en: Muñoca, Perrito Faldero, El Huerto de Lucas. En el grupo Azotea trabajó varios años como asesor gastronómico del Grupo: Azotea Círculo de Bellas Artes, Picalagartos… Nubel. Lo abandonó para crear Ovillo. Proyecto atractivo e interesante, tanto por lo que comes como por lo que te rodea. Así lo considera la gente, porque en dos ocasiones estaba lleno. Incluso una noche a mitad de semana y de covid 19. Inesperada, cálida y diáfana nave industrial, convertida en un florido y hermoso invernadero con altas plantas verdes. Luminoso por el día y de romántica nocturnidad, por clima y ambiente, mesas vestidas, velas y adornos clásicos colgados de las paredes. Barra a la entrada, hoy cerrada por “el bicho”, reservado al fondo y cocina vista tras los cristales de amplios ventanales. En sala y cocina gente muy joven (50% de la plantilla), del programa de integración laboral de migrantes "Cocina Conciencia", Fundación Raíces. Una gran labor que honra al que lo hace, más si cabe porque es remunerado con el objetivo de que vivan con dignidad y aprendan una profesión. Buena bodega con representación de todas las DO españolas. Buen equilibrio entre nuevas marcas y vinos tradicionales, a cargo de Javier Arroyo, a quien conocimos de sumiller en DiverXO.

Especialidades: Cocina contemporánea en una carta corta, fundamentada en producto, estación y los deseos cotidianos del cocinero. Rompe con lo que ha hecho hasta ahora, con la fusión. Cocina de cimientos sólidos y recetas clásicas siguiendo las técnicas tradicionales. Platos sencillos, sabrosos y bien ejecutados. Correctas alcachofas al carbón. Rica armonía en el bien ejecutado panaché de verduras con yema de huevo y crema de guisantes con jamón. Pasará a ser lo que el cocinero llama mis imprescindibles. Saborazo de la carrillera ibérica por su fondo glaseado y delicioso, con puré de patata como guarnición. En otra ocasión hemos comido un arroz, un caldero murciano con carabineros, con un fondo profundo y complejo realmente bueno. También un pollito tomatero en costra de pan, con rica concentración de aromas y salsa. No se lo pierda si lo tiene en el menú. De postre, estupenda y liviana tarta de queso de tetilla y no menos rica la tarta fina de manzana. Antes ésta era un final refinado que por desgracia ya no se lleva. (Incluso nosotros mismos hemos eliminado el listado de las 5 mejores tartas de manzanas de Madrid). Restaurantes clásicos contemporáneos Madrid.